domingo, 20 de febrero de 2011

Isabel Oliver. Artículo.


DISCURSO CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO




Desde el año 2008, en el Ateneo Blasco Ibáñez, Valencia, hemos iniciado una apuesta por la concienciación social en pro de la igualdad de derechos de más de la mitad de un género perteneciente a la raza humana, llamado mujer.

Todos sabemos que desde el siglo XX todas las Constituciones democráticas vienen incorporando una clara protección del derecho femenino a la igualdad en su articulado. En la nuestra de 1978 viene detallado explícitamente en su artículo 14 al rechazar la discriminación por razón de sexo. Sin embargo, esta discriminación se sigue cobrando su tributo de lealtad machista, al reflejarse en la violación del principio constitucional.

Muchas voces se alzan en apoyo del principio de igualdad y de ayuda a la mujer maltratada. Desde las entidades gubernamentales de cada país, a las organizaciones no gubernamentales en todo el mundo… y sin embargo, la violencia contra las mujeres no cesa.

Estamos asistiendo a una revolución anunciada. Una revolución que ha empezado desde el núcleo familiar, donde la mujer exige su derecho a la igualdad con su propia pareja en la toma de decisiones, en la educación de los hijos, en la realización de las tareas del hogar y se extiende fuera del reducto familiar buscando su sitio… y es ahí donde la mujer exige su derecho a la independencia económica por medio del trabajo remunerado. Y para conseguirlo exige poder ejercer su derecho a la educación universitaria, y desde ahí quiere poder ejercer su derecho de participación en condiciones de igualdad, en la organización jurídica, legislativa y ejecutiva de la sociedad del país en que vive.

Esta vindicación, reiterada por las mujeres de nuestra era, en los movimientos feministas del S. XIX, ha ido conquistando con presupuesto de éxito el reconocimiento de igualdad de la mujer en las leyes. Pero la mayoría de las sociedades están aquejadas de una fuerte tradición machista: Desde hace muchos siglos los hombres han legislado y, por tanto, han elaborado unas leyes que les eran favorables y que les situaban en un status de dominio frente al género femenino.

Todos estamos de acuerdo cuando decimos que en el último siglo los avances tecnológicos y  científicos han hacho progresar a la Humanidad más de lo que lo había hecho en los últimos diez siglos anteriores.

En justa consecuencia, las aspiraciones tradicionales han sufrido un brusco cambio: la mujer no se conforma con su único papel, asignado por el varón, de generadora de vida, de callado apoyo, y muchas veces, impulsora de los logros masculinos. Reclama su sitio. El reconocimiento a su valía. Y lo hace en primer lugar desde su hogar, provocando así la resistencia de su compañero, que se niega a perder su primacía. Resultado: mujeres sicológicamente maltratadas, mujeres físicamente agredidas, mujeres muertas a manos de quienes  se creen con derecho a quitar la vida, porque la vida de una mujer les parece inferior al absurdo deber de respetar y cumplir las leyes que el maltratador impone.

Ante esta cruel realidad los poetas no podemos quedar impasibles. Se dice de nosotros que tenemos una sensibilidad especial; y por eso creo que hemos de comprometernos.
Es por ello que pido a todo poeta que quiera comprometerse con la causa de defender los derechos de la mujer, que escriba un poema de denuncia. Pero todos sabemos que la denuncia por sí sola no basta: ha de tener el respaldo político y cultural necesario para llegar a crear conciencia social. Por eso desde el Ateneo Blasco Ibáñez  hago una llamada a los  dirigentes  políticos y culturales para que se sumen a nuestros actos, cuando se lo pidamos, para leer cada uno un artículo del Titulo I de la Constitución, que como es sabido son los referidos a los Derechos Fundamentales de la Persona.  Los poetas leerán su poema y al final daremos lectura a la  carta que el Presidente del Gobierno, D. José Luis Rodríguez Zapatero nos ha enviado sumándose así a estos actos.

Este mismo evento ya lo hemos repetido seis  veces en la Comunidad Valenciana, en distintas instituciones  emblemáticas. Así, uniendo Política y Cultura en un proyecto común, la sociedad sabrá que por encima de los colores políticos, por encima de las ideologías, Política y Cultura se dan la mano en un proyecto de apoyo a los derechos de la mujer.

La sociedad tiene que saber que hay una serie de intelectuales comprometidos con la causa de apoyo a los Derechos Humanos, y que la clase política y medios de comunicación tienden su mano ante una realidad que no admite discrepancia de criterios, sino unidad para atajar su mal.

La Constitución es la Carta Magna donde se recogen los derechos y deberes de los españoles. En su Título preliminar, artículo 1. 2ª, dice: “La soberanía reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Siendo el articulado del titulo I el encargado de fijar la protección de los Derechos fundamentales de la persona.

Por eso, los representantes de instituciones políticas y culturales leerán los artículos de este titulo, y por eso, los poetas leerán su poema de denuncia. Puede parecer sólo un gesto simbólico, pero de momento podemos crear confianza para que la mujer maltratada sepa que toda la sociedad la respalda, y tome fuerzas para denunciar los malos tratos de que esté siendo víctima. Puede que así, con el rechazo unido y clamoroso de todos los ciudadanos, el maltratador asuma que tiene un problema, se lo piense dos veces antes de volver a agredir y busque ayuda para solucionarlo.

Si a lo largo de  estos actos somos capaces de aportar nuestro pequeño esfuerzo y sumar nuestra voz a las voces de las instituciones gubernamentales y de las ONEGS que trabajan por los derechos de igualdad de la mujer en el mundo, habremos obtenido la mayor de las satisfacciones: que el mundo de las mujeres diste un poco menos de el de los hombres.

Muchas gracias.


Isabel Oliver
Presidenta del Ateneo Blasco Ibáñez

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